Contradicciones

Hay cosas que están condenadas inevitablemente a la no existencia, a esa inminente muerte que es el hecho de que algo no se plasme en esta realidad anómala. Detalles que debido a los avatares de la vida y a las circunstancias ineludibles que nos ciernen, jamás podrán ser, nunca tomarán forma alguna: casi todos nuestros sueños e ideales magnificentes y sublimes cargados de inocencia y esperanza, o también los amores imposibles. Esto de verdad deprime, agobia, mata. Porque esos estúpidos anuncios en los carteles o en la radio te hablan de optimismo y metas por cumplir, olvidando de que lo incólume existe. Se nos incita al máximo esfuerzo para conseguir nuestros objetivos, por hacer de nuestros ideales algo vivencial, parte nuestro, pero hay cosas que son ajenas de por sí, que están destinadas a otros por una voluntad ingente e inefable, o tal vez por un destino azaroso y sin criterio. Destino ciego que empuja a muchas almas desdichadas a colgar la cuerda que acabará por ahorcarlas, solo porque esos espíritus están vedados a algo, a algún estado, a algún ser. Y ya sea que adoptemos la resignación, la vana lucha, la espera, o el suicidio, el mundo no va a variar; una pena o una alegría no cambia en un ápice la vorágine del planeta ni la concepción del universo, ni siquiera la naturaleza de un pueblo. Somos demasiado poco: polvo del polvo del polvo. Así que a esas almas nada más les queda girar por la vida, errantes, luchando y no luchando, esperando y no esperando, agonizando y no agonizando.

Tú estás vedada. Por lo tanto, si todo sigue como está, mi destino es ser una de esas almas desdichadas.

Deberé buscar una cuerda, colgarme, y ahorcarme.


(1998 - RyM N°9 Nov 1998)

Comentarios

Entradas populares