Seiscientas

Toda una infancia dando pasos por ahí: uno, dos, seiscientos todos los días. Una historia hermanada en la calle de tierra que giraba como una serpentina celeste de fiesta infantil sabatina, amenazada por las piedras redondas de los muros que parecían querer derrumbarse, polvo inevitable en los zapatos. Desde los techos propiedad de los gatos muchas sonrisas, pero detrás de ellas escaleras oscuras y estrechas hechas con desorden. En casa esperaba a veces un plato de lomo saltado. Pronto llegará la noticia, una función asintótica que converge a una lápida, dos, tres, seiscientas, rodeadas de pasto, árboles, el cielo gris de siempre,  olvidadas tras cien años. Aquí ya no hay ni siquiera esos sueños descosidos que a veces lo más locos tenían, solo pánico y furia, dientes que crujen, porque ni tiempo se tuvo para las lágrimas de las despedidas.

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Uno, dos
          tres

una historia hermanada
la calle de tierra
una serpentina
piedras redondas como muros
polvo inevitable en los zapatos

sonrisas desde un techo
propiedad de los gatos
          escalera oscura
un plato de lomo saltado

una función asintótica
que converge a una lápida
dos
tres       
rodeadas de pasto
olvidadas tras cien años

ya no hay ni sueños descosidos
solo pánico y furia
dientes que crujen
porque ni tiempo se tuvo
para las lágrimas de las despedidas

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