Tic tac
Los hombres de las batas blancas fueron muy explícitos. Un año, nada más. Qué crueles que pueden ser los relojes cuando se plantan en tu mente y no se van hasta que acaba su tarea: tic tac, tic, tac. No pararon nunca, menos en esas muchas noches en el piso ocho de aquel edificio de Salaverry y Rebagliati. Nunca dejaron de correr, no tuvieron misericordia, ni siquiera un mísero minuto de descuento, que les costaba tan solo eso.
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ya sabíamos de
la crueldad de los relojes
tic tac
tic tac
muchas noches
desesperadas
en el piso ocho
de Salaverry y Rebagliati
el tiempo nunca dejó de correr
no tuvo misericordia
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