Lengua

Digo te amo, dos palabras en un idioma que desde las tripas sale. La manía de escribir, de revolver las palabras es clarificar el amor que se hace concreto letra por letra, en este invento que partió de Lacio y que en las mesetas de La Mancha se hizo así, con sus cinco vocales y una ñ como marca hacia el mundo, sello prístino de origen. Las tripas aprendieron a gritar, a erupcionar como Cervantes, como el autor del Lazarillo de Tormes, en esta herencia colonial que ya es totalmente nuestra. Pero vienes tú, parte de mí, mi piel y mi sangre, volando en tu cielo bajo los acordes de la Britania, sintiendo en otra lengua, diciendo te amo con formas de otras coordenadas y mi primera intención fue decirte que en estas cuatro paredes donde el frío hace lo que quiere, las palabras tenían que ser peninsulares y no insulares. Pero, ¿cómo evitar la expresión del amor? ¿Cómo enmudecer al alma que habla en su esencia más pura? No es posible. Por eso, reculo y digo: sé tú, vive, sueña como quieras en la lengua de tu corazón, porque eso no importa ya que entre nosotros nuestro puente para siempre hablará en castellano aunque el Gran Hermano ordenase que todo el mundo hable en neolengua o esperanto o lo que quisieran: contra el amor no se puede nunca.

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