Resignación

La noche en que los relojes se detuvieron comenzamos a aprender que el amor incondicional existe, que aunque la tragedia nos alcance lloviendo sobre mojado como diluvio bíblico hasta casi ahogarnos, la desgracia se tiene que enfrentar, sin importar el tamaño del monstruo que tengamos delante, aunque peleemos con espadas de madera a obuses inclementes. Con los años, le dimos sentido a ese pasado gris con el que discutíamos todo el tiempo y nos reconciliamos con él; empezamos a amarlo con locura porque justo allí, en ese pasado, arropado y seguro, vives tú, sonríes aún, viajas con nosotros todavía, celebras feliz y ruidoso tus cumpleaños, y es en este instante cuando toma valor tu voz veinteañera que nos dijo una vez en sueños que siempre, pase lo que pase, escojamos la vida aunque sea la resignación lo que nos quede.

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