Déjame

Déjame gritar con llamaradas de ecos resonantes al vacío de la distancia que nos separa mientras formo un río de lágrimas dolosas en la faz de mi ciudad de sol intermitente.

Déjame poder sentir el viento empolvado que aquí, sentado entre tantas caras adustas, roza mi mejilla derecha y derrama mis gotas de sudor que, pulverizadas, ascienden caprichosas a los cielos y buscan una fuerza cósmica, estratoférica, que los aproxime a tu áura para morir felices dentro de tu piel nacarada.

Déjame pedirte permiso para olvidarte, para llenarme de libertad, para quitar tu línea de la palma de mi mano, para sacarte de mi destino, para soñar con ojos y palabras que me emancipen de tu veneno, de tu dulce y mágico veneno, que me enloqueció en ese instante fatuo y me dio la lucidez suficiente para, por unos momentos, desligarme por completo de tu presencia presuntuosa.

Déjame... soñar con tu regreso.

07082000


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